El Regalo de la Vida — Reflexiones sobre la Vida, la Muerte y lo Intermedio
sábado, 10 de junio de 2023
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir…
Eclesiastés 3:1-2
Barry y yo esperábamos ansiosamente el nacimiento de nuestra nieta, una nueva vida y una gran alegría que se añadía a la familia. Afortunadamente, ella nació y todos celebramos que ella entró a salvo en el mundo, saludable y linda.
Dos días después de la celebración del nacimiento de nuestra nieta, recibimos un mensaje del asilo de ancianos donde vivía la madre de Barry. Nos dijeron que su respiración era irregular. Sólo diez minutos más tarde nos informaron que falleció pacíficamente mientras dormía a la edad de 95 años. Un fuerte sentimiento de gran pérdida tuvo lugar en nuestros corazones.
Todo sucedió tan rápido. En un instante, pasamos del regocijo al luto. Dios dio una vida y Dios tomó una vida.
Me recordó a cuando perdí a mi madre hace 16 años. Sucedió tan rápido, y mi primer pensamiento fue que no tuve tiempo de sentarme con ella durante largas conversaciones para escuchar toda su sabiduría sobre la vida. Desearía haber tenido más tiempo para hacer cosas junto con ella y decirle cuánto aprecio todo su arduo trabajo, cocinar y proveernos de la mejor manera posible todos esos años. De hecho, este sentimiento de no poder expresar el aprecio de nuestro corazón a aquellos a quienes amamos tanto y que ya no están con nosotros es muy agobiante.
Cuando Derek Prince estaba en su lecho de muerte, nos preguntó: "¿He hecho lo suficiente en mi vida para servir a Dios?" Barry le contestó y le dijo: "Por supuesto, hiciste lo que pudiste. Viajaste por el mundo y enseñaste las Escrituras. Cientos de miles de personas fueron bendecidas por tu fructífera enseñanza. Derek respondió: "Siento que no hice lo suficiente"...
Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. — Romanos 14:7-9
La vida puede ser una carrera ininterrumpida de acción y actividad sin límites. Por lo tanto, no podríamos hacer un informe de todos nuestros logros a lo largo de nuestra vida. Dios examina nuestros corazones y ve todas nuestras acciones.
El ciclo de la vida comienza como un bebé recién nacido y continúa a lo largo de los años en el seno de una familia. Esta etapa de la vida es la preparación para comenzar la vida por nuestra cuenta como personas maduras y responsables. Celebramos eventos importantes en nuestras vidas, aprendemos y crecemos, superamos desafíos y dificultades, y eventualmente envejecemos y llegamos al final de nuestras vidas en esta tierra.
La vida que tenemos en la tierra es corta, por lo que la forma en que elegimos vivirla tiene una gran importancia. Es necesario escuchar a los que nos han precedido para obtener sabiduría sobre cómo vivir esta vida que Dios nos ha dado. Barry y yo fuimos bendecidos con padres que creían en valores que estaban arraigados en la palabra de Dios y la fe. Por lo tanto, nos sentimos honrados de transmitir su legado a las generaciones futuras.
Al tomar un momento para reflexionar sobre la importancia de la vida, permítanme hacerles algunas preguntas: ¿Cuál es el contenido que has vertido en tu vida? ¿Cuál es tu propósito y significado en esta vida? Muchos de nosotros caminamos sintiendo que nos perdimos algo. Al igual que Derek Prince, sentimos que no hemos hecho lo suficiente.
Tenemos que recordar que no todos estamos llamados a hacer todo, pero todos estamos llamados a hacer las cosas que Dios nos ha pedido que hagamos.
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué...
Jeremías 1:5
Querido/a lector/a, ¡ahora es el momento de vivir el legado que Dios tiene para su vida aquí en esta tierra! Usted nació para un tiempo como este, y Dios tiene un poderoso propósito para su vida. Le animamos a que le pregunte a Dios: “¿Qué me estás llamando a hacer ahora mismo? ¿Cuál es el legado que quieres que deje?” Tómese el tiempo para escucharlo. Cuando Dios habla, prepárese para entrar en acción. ¡Su simple acto de obediencia a Él podría tener un gran impacto en las generaciones futuras!
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