De Víctima a Victoria - Una Historia de Un Sobreviviente del Holocausto

Somos privilegiados cuando tenemos la oportunidad única de sentarnos con sobrevivientes del Holocausto, de escuchar sus historias heroicas, y aprender de su valentía.

Recientemente conocimos a Frieda*, nacida en 1935 en Lituania, cuya sabiduría y esperanza fueron esenciales a su testimonio inspirador.

Frieda se crió en Lituania en una familia pudiente - su padre era un hombre de negocios próspero en el sector textil y tenía contactos por todo el mundo.

El clima político y social era tenso y alcanzó su máxima tensión. Incluso antes de que los alemanes invadieran Lituania en 1941, los lituanos comenzaron a asesinar a judíos, “limpiando y expulsando” a los judíos de 150 aldeas, llamándolas aldeas “judenfrei”, significando libres de judíos.

Asesinarían a judíos de maneras increíblemente crueles y públicas; descabezando a un rabino y exhibiendo su cabeza en una ventana, arreando a judíos en una sinagoga e incendiándola, o echándoles agua permanentemente en la cara hasta la muerte en las calles, mientras que espectadores sonreían con crueldad.

Cuando Frieda tenía unos cinco años, a los judíos se les obligó fijar una insignia de estrella amarilla con la palabra “judío” para identificarlos como ciudadanos judíos y como símbolo de burla.

Era contra la ley que los judíos salieran de su casa sin ellas. Un día, cuando la abuela de Frieda hacia fila para obtener pan, se le olvidó usar su estrella amarilla. Su vecino la denunció, y tomaron a su abuela y nunca fue vista otra vez.

Mientras que los alemanes invadían, los judíos fueron llevados a los guetos y a los campos de trabajo forzado. Mientras Frieda contaba su historia imposible pero desafortunadamente verdadera, contuvimos la respiración y asimilamos cada palabra, mientras describía los primeros días de la guerra como "horribles":

“Tomamos solamente algunas posesiones; recuerdo a mi madre intentando tomar una planta enorme de ficus; ella no sabía lo que sucedía. Mi abuelo, que era acomodado y próspero, fue llevado primero para que su apartamento pudiera ser saqueado; más tarde me dijeron que fue humillado y torturado antes de ser asesinado".

Una vez que Frieda y su familia llegaron al gueto, se dieron cuenta de que nadie saldría vivo. Los guardias alemanes arrearían a la gente para ver quién era útil y quién no - se podía prescindir de los ancianos y los niños. De alguna manera, milagrosamente, Rosian Frieda y sus padres fueron preservados.

El tiempo no estaba de su lado, ya que sabían que no sobrevivirían a menos que encontrasen una manera de escaparse, como Frieda recuerda:

“Mis padres midieron el tiempo de los guardias con sus perros y sus linternas e intentaron cavar un hueco por debajo del alambre de púas para ver si podrían ayudarme a escapar; cada vez que lo hicieron - arriesgaron sus vidas. Era un procedimiento tedioso porque solamente era una cuestión de minutos entre el cambio de los guardias.

Cavaron un agujero lo suficientemente grande para mí como una niña de 5,5 a 6 años de edad para pasar al otro lado. Me empujaron, y en el otro lado estaba la secretaria de mi padre, que me esperaba en las sombras. Ella me llevó a cruzar el puente del río hasta su apartamento.

Estaba llorando tanto porque no entendía lo que estaba pasando, y ella no podía cuidarme porque estaba poniendo en peligro su vida".

Afortunadamente, el acto desinteresado y arriesgado de la secretaria de su padre le salvó la vida, ya que encontró un nuevo lugar para vivir; era un lugar donde se reunía un grupo de periodistas. Natasha, una periodista y mejor amiga de la madre de Frieda la transfirió a su hermana, que tenía una granja en el campo.

En la granja, Frieda siempre estaba huyendo y constantemente en riesgo de ser descubierta cuando suscitaba la sospecha de la gente, tratando siempre de integrarse y hacerse invisible.

Como muchos gentiles valientes de hoy, llamados "justos entre las naciones", la mujer encubrió la identidad de Frieda mintiendo, diciendo que era hija ilegítima de su hermana a quien había tomado bajo su techo.

Entre el dolor inimaginable de ser separada de su familia, estas mujeres fueron como madres para Frieda, tanto que incluso las llamó "madre".

Milagrosamente, la madre de Frieda logró estar con ella al final de la guerra cuando las tropas soviéticas los liberaron en 1944.

Aunque la guerra había terminado y sobrevivieron su madre y padre, el trauma de esos años horrorosos la atormentó:

“El miedo estaba siempre allí; había alemanes que se acercaban y buscaban, y no podía entender porqué intentaban matarme, ya que siempre intentaba ser una buena niña. Era un blanco para el asesinato; este trauma permanece conmigo hasta este día, con problemas de temor y confianza."

Para muchos sobrevivientes, el dolor es demasiado difícil para hablar de ello otra vez; para Frieda, su historia es una oportunidad de alzar la voz contra el racismo y de desafiar a los que niegan el Holocausto:

"La gente parece tener su propia agenda para la negación y la distorsión porque es demasiado difícil para ellos comprender que había millas y millas de cadáveres. Es como pensar en la eternidad o el infinito, es demasiado grande para algunas personas. Para algunas personas, el antisemitismo, siendo anti-Israel, es la manera de expresarse y encaja con su agenda personal y sus opiniones políticas."

Si (el Holocausto) no hubiera sucedido y no hubiera permanecido en la conciencia del mundo por varios años después de haber sucedido, y si los expedientes no estuvieran allí mostrando que los alemanes se guardaron, hubiera sido mucho más fácil para ellos enterrarlos (como evidencia del Holocausto).

Es como lo dijo Niccolò Maquiavelli:

“Repita una mentira suficientes veces y se convertirá en una realidad;” y ése es el peligro porque cuando usted vive solo y no ve la verdad, usted mismo se contamina. Y tenemos que luchar (contra la negación del Holocausto) con toda nuestra fuerza.

Si las nuevas generaciones pueden ver que hay una salida, que podemos crear un mundo mejor, y poner nuestro corazón, alma y espíritu en ese camino, entonces verán la luz y la compartirán con sus familias y amigos. Esto puede continuar por generaciones y generaciones, tal como lo hemos hecho los judíos.

Estoy aquí para contar esta historia. Esta es la continuidad de los judíos, y nunca se detendrá, y Hitler perdió'. Agregó ella con una sonrisa victoriosa.

Frieda y su familia son prueba viviente de la esperanza que continúa viviendo a través de las generaciones. Su madre vivió hasta la edad de 101, su padre hasta los 96, y ella misma tiene dos hijos y ocho nietos.

Dios ha fortalecido a su pueblo para sobrevivir a los tiempos más oscuros de la historia y poner el espíritu de verdad y justicia en sus corazones para oponerse al antisemitismo.

Cuando usted apoya a Visión para Israel, usted no solo está dando una cesta de alimentos o calentadores y una manta a los ancianos en los inviernos fríos, sino que usted está ayudando a gente como Frieda preservar su legado como uno de los sobrevivientes restantes de Holocausto.

Usted le está haciendo frente al antisemitismo al reconocer las historias verdaderas y heroicas de los judíos y gentiles que arriesgaron sus vidas para salvarlos.

En el mundo de hoy, donde el antisemitismo está alzando su horrible cabeza otra vez y los judíos se están devolviendo a Israel para escapar la violencia racista - estamos agradecidos de tener el apoyo de nuestros socios en las naciones a medida que Israel continúa reconstruyéndose como nación que se levanta de las cenizas.

Gracias por apoyarnos - de modo que podamos apoyar a héroes como Frieda.

*Nombre ha sido alterado